martes, 26 de noviembre de 2013

Papá

Siempre he pensado que las palabras que se decían en honor de un difunto eran perogrulladas que a nadie le aportaban nada nuevo pero que no podían faltar. Se resaltaban las cualidades conocidas por casi todos y se obviaban las que socialmente se consideraban inapropiadas en un momento así. En su funeral, todo el mundo había sido un santo y a lo largo de su vida sólo había dejado un rastro de amor, buenos actos y anécdotas graciosas pero siempre positivas. Todos le recordaríamos con cariño.

También es cierto que nacemos para un día morir. Que la vida tal y como la conocemos no es más que el lapso entre dos momentos muy bien definidos. Y eso es así para todos los seres vivos que hemos sido. Toda persona que haya existido, o ha muerto, o morirá. Ninguna muerte es esencialmente especial.

Y eso le quita dramatismo a tu muerte, Papá. No me cabreo contigo ni con Dios ni con las circunstancias. No me pregunto por qué, no me obsesiono con las bifurcaciones que decidimos tomar, con aquello que ignoramos. Sé que estos días nos hemos despedido, que hemos dejado todos los cabos bien atados y que te hemos dicho desde un corazón desbordado de pena y amor que te podías ir, que no te preocuparas, que te queremos, que no tuvieras miedo. El viernes te estuve cuidando todo el día y pude acicalarte poco antes de que vinieran Mamá y Susana, ya te había bajado la fiebre. Llegaron. Nos dijiste con la voz quemada por la enfermedad y las medicinas que ya no querías vivir más. Señalaste la imagen de Jesús de la pared y dijiste que te llamaba.

Nos rompimos por dentro al escucharte. Sabíamos que era verdad. Te dimos todo nuestro apoyo, lo habíamos hablado. Las siguientes horas las atesoraremos hasta el fin de nuestros días.

No lloro por ti. Hasta el final fuiste un hombre bueno, un hombre coherente con sus ideas, con sus anhelos. Un hombre sencillo, humilde. Fuiste consciente de tus limitaciones y aún así hasta hace un par de meses luchabas por hacer del mundo un sitio mejor. No creo tener esa fuerza de espíritu que te acompañó toda tu vida pero no dejaré de imitarte.

Lloro porque ya no puedo disfrutar de ti, porque has dejado objetos y lugares impregnados de lo que has sido, de lo que eres. Lloro porque aunque rozo los cuarenta años vuelvo a ser un niño asustado que se ha soltado de la mano de su padre y se ha perdido. Pero esta vez sé que ya no volveré a sentir tus dedos entre los míos. Ya no estarás para tenderme una mano cuando tropiece y me haga daño.

Tu cuerpo ya no está pero los ecos de tu vida siguen vivos en cada uno de nosotros. Descansa en paz, Papá.

miércoles, 1 de mayo de 2013

@_@

Se quedó mirando a los ojos de la esfinge.

Venganza

Era quien recogía los mejores frutos de los árboles del Olimpo para llevarlos a la mesa de los dioses. Día tras día. Toda su existencia debida a un acto tan banal, tan prescindible. Inmortal, no había nacido sino que había sido creado con esa función de atender los fruteros que salpicaban la morada de los dioses. ¿Y para qué le habían dotado de inteligencia, de consciencia de sí mismo?

Algún día se vengaría. Y por el momento sólo cogió unas ciruelas y se las pasó por la raja de su culo sudado antes de depositarlas en el cuenco.

lunes, 29 de abril de 2013

Frío

Llovía. Más de lo que cabría esperar. Más de lo que había tenido en cuenta. Sentado a la entrada de la gruta, todo lo que veía del mundo no era más que la silueta gris oscura de las montañas recortando un cielo gris algo menos oscuro que se escondía tras un muro de agua y estruendoso silencio. Hacía tres o cuatro días que había dejado de sentir hambre y ahora sólo le preocupaba el frío que le atería. Sus ropas ya no sabían lo que era estar secas y la mugre de semanas de viaje había convertido la lana en una gruesa tela de desbastar su piel.

Cuando la noche venció a la mortecina luz se tumbó hecho un ovillo en el fondo de la cueva. Se imaginó dormido junto a una hoguera, tumbado sobre la hierba una tarde de verano, repatingado en el banco de una posada junto al hogar, con la tercera o cuarta jarra de vino caliente especiado caldeando su tripa.

Si no despertaba mañana, moriría feliz.

domingo, 28 de abril de 2013

Inflexión

Muchas noches llega el sueño pensando que todo cambiará al día siguiente, que por fin se comenzará a vivir. Y el día siguiente amanece siendo uno más.

En otras ocasiones el amanecer trae verdaderamente un cambio.

sábado, 27 de abril de 2013

Inutilidad

Una noche más haciendo guardia para nada. La oscuridad seguiría siendo oscura hasta el alba, los autillos hablarían hasta entonces y los ratones corretearían hasta su ratonera o hasta las tripas de algún depredador. Lo único que sucedía era que la luna cada noche se movía un poquito más que el día anterior, como disimulando, hasta desaparecer por dos o tres días antes de volver tímidamente. Y las nubes, claro. Las nubes eran los habitantes cotidianos del cielo, impredecibles hasta cierto punto y con un humor tan veleidoso como el de los hombres.

Desde las sombras, una noche más los demonios no se atrevían a salir: había un hombre de guardia.

Limbo

Oiron no veía nada. No oía nada. No sentía nada. Su mente y él, las únicas realidades. Quería creer que flotaba en algún sitio al margen del mundo, al margen del tiempo. Pero su cuerpo estaría en algún lugar, quemándose bajo un sol abrasador, cortado por las garras de la nieve, ahogándose en un río, mordisqueado por ratas o desgarrado por perros asilvestrados.

Nada podría ser más horrible.

Y, sin embargo, cuando aparecieron las voces, todo fue a peor.

jueves, 25 de abril de 2013

Creeping life

Drahg-Mohrddak arrastraba los pies por el fango de la ciénaga. En los pocos claros por los que se colaba la luz de las lunas cientos de ranas croaban en hermosas cacofonías que hablaban de otra época. Cientos de estaciones se habían sucedido a lo largo de su vida pero no era eso lo que le hacía sentirse anciano. Sus manos sujetaban con fuerza la tela con la que llevaba sobre su espalda el pedazo de roca estelar que según la tradición había traído la vida al mundo.

Incontables estaciones habían pasado desde la primera aurora de los Tar-Gornak, cuando el mundo era un paraíso de tierra bajo agua, de sombras y luces entretejiéndose en los manglares. Pastores de peces, músicos, chamanes, alfareros. Nunca guerreros.

Y la historia y los secretos de La Vida habían pasado de susurro en susurro entre generaciones hasta que un nuevo ser, blando, peludo, frágil, salió de las tierras secas del interior y comenzó a romperlo todo en busca de algo que no existía.

El aire olía a mar, a algas sobre la arena y espuma de sal. Los árboles clarearon y dieron paso al sonido de las olas y un cielo infinito desde el que las lunas dejaban caer su luz al mar.

Washed away

Otro día que Oiron se levantaba para nada. Para trabajar para pagarse las jarras de la noche con las que olvidarse de que estaba vivo. El sol le calentaba pero era su enemigo. Le picaba la cabeza, le escocía el sudor en las ingles y las axilas y los perros aullaban cuando le olían. Y su boca seguramente apestaba a tumba. Pero su tío le señalaba con el dedo extendido dónde tenía que pasar el día arando, sembrando o recolectado y no cruzaban palabra hasta que le daba las gracias cuando recibía el salario del día.

Estaba hasta los cojones de esa mierda de vida pero no sabía si quería otra. ¿Para qué? Siempre sería un mierda. El sol estaba ya demasiado alto y su tío estaría esperando con las mandíbulas apretadas a que llegara. Pero necesitaba darse un baño y quitarse algo de olor del cuerpo y de la ropa. Una jornada de trabajo bajo el sol consigo mismo sería insoportable.

El camino marcado por las roderas de los carros loma abajo le llevó al pequeño embarcadero de madera que hacía las veces de puerto comercial del pueblo. No era más que una plataforma de maderos de pino sin desbastar ni curtir que se adentraba desde la playa de piedras hacia el centro del río. Y era lo único que valía la pena cuando estaba sobrio. El ruido del agua y de las hojas de los árboles se comía la pena que no quería quitarse de encima y nadar y tumbarse sobre la grava bajo el sol era como estar feliz.

Se descalzó dando un par de patadas al aire y se metió tal cual en el río. Cuando le llegó el agua a la cintura se detuvo, cerró los ojos y aflojó la vejiga. Se dejó caer de espaldas con los brazos en cruz.

Bajo el agua siempre pensaba más de la cuenta y el pasado se hacía presente. Y dolía. Cerró los puños, se puso en pie y le arreó una ostia al agua. Echó a andar hacia la orilla donde el perrillo blanco le esperaba tumbado moviendo el rabo junto a sus zapatos.

martes, 23 de abril de 2013

O

No tenía mucho sentido seguir haciendo lo mismo, día tras día, mes tras mes, año tras año. No era para volverse loco, o quizá era una locura crónica, de muy baja intensidad y que se alargaba en el tiempo. Pero de lo que estaba convencido es de que no tenía sentido seguir haciéndolo. O dejar de hacerlo, claro. ¿Cambiaría las cosas dejar de repetir su rutina? No lo creía. O cambiaría para mal; ¿qué haría si no?

Al final decidió no hacer nada. O no decidió hacer algo. Qué más daba.

lunes, 22 de abril de 2013

Hasta el final

La muerte resultó no ser el final de sus problemas sino el comienzo de una eternidad pensando en ellos.

sábado, 20 de abril de 2013

Un destello de Yenom (I)

El cachorro se acercó a husmear aquel montón de ropa y carne que olía a pis y vómito. Tenía hambre y miedo pero le podía curiosidad y olisqueó al humano que dormía de medio lado haciendo ruido. Olía muy fuerte, algo dulzón. Le gustaba. Lamió el charco que había donde su cabeza pero sabía a algo que no le gustaba y pasó a lamerle la boca y la cara al humano.

Oiron se despertó de nuevo. El sol pegaba fuerte y tenía calor y algo le lamía la cara y olía a vómito y meados recalentados por el sol. Apartó con ambos brazos a lo que fuera que le estaba lamiendo la cara y se medio incorporó apoyando ambas manos en el suelo hasta quedarse sentado. Joder, le iba a explotar la cabeza.

Se armó de valor y entornó los ojos para ver un cachorro blanco con un ojo marrón y otro azul claro que le miraba con la lengua fuera y moviendo el rabo recortado a toda velocidad.

Yenom / Fénix

Oiron se despertó, trató de abrir los ojos y vomitó. Tosió vómito y tropezones por la nariz y la boca y logró ladearse para echarlo fuera. El dolor que sentía tras los ojos, por toda la cabeza, era como un grito sin fin cuyos ecos desgarraban la poca cordura que sabía que en algún lado tenía.

Trató de volver a dormir pero era imposible. Lo único que podía sentir además de dolor era el zumbido de la sangre en sus oídos con cada latido. Al menos había tenido la cabeza la noche anterior para dejarse caer en un callejón, a salvo de los soles gemelos que caldeaban las mañanas de principios de verano.

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En algún otro lugar de mi mente los últimos supervivientes de una civilización se sacrificaban para forjar a Némesis hecha acero.

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Demasiado tiempo. Suficiente tiempo.

La fruta madura ha caído del árbol.

viernes, 19 de abril de 2013

Cagada

Siempre había fantaseado con qué chorrada diría cuando, a punto de ser ejecutado, le preguntaran por su último deseo y, con gran ingenio, se le ocurriría alguna genialidad que le salvara la vida. Algo así como "tomarme la penúltima con los amigos", "morir de viejo", "ver nacer a mi nieto", "que no me maten", etc. Algunas eran graciosas y otras auténticas gilipolleces, pero le gustaban de todos modos.

Ahora no es que estuviera con los ojos vendados en el paredón pero la directora y su tutor soltaban sapos y culebras y se estaba cagando de miedo. Y no se le ocurría qué decir a tanta insistencia por saber si era gilipollas o se había caído del tobogán cuando era pequeño o cosas que ya ni escuchaba.

Durante el cuarto día de expulsión, mientras estaba cagando en su casa, llegó a la conclusión de que el mundo estaba así de mal porque no se valoraba el ingenio ni el sentido del humor.

jueves, 18 de abril de 2013

Humano

El hambre de conocimiento le impedía degustar los humildes frutos que el día a día le ofrecía.

Teotimia

Se sentía triste en medio de tanta felicidad. Todo iba bien, el resto de los dioses se había puesto de su lado y no era otra que su voluntad la que imperaba en la teópolis. Pero algo de sus orígenes humanos zumbaba incesante en lo más profundo de su cerebro, allí donde anidan los anhelos hasta su madurez.

Años de luchas contra otros hombres y contra los mismos dioses habían erosionado su personalidad hasta convertirla en puro acto de divinidad. Y durante eones el hombre que una vez fue había muerto, olvidado en una oscura leyenda que pasaba de boca en boca.

Pero no; no todo lo humano había desaparecido, y ahora resurgía con toda su grandiosidad. Ya no era feliz por lo que tenía sino infeliz por cuanto los demás dioses disfrutaban.

martes, 16 de abril de 2013

Ocaso

El viejo miraba al mar con los ojos fijos en el pasado, en un futuro que nunca fue. Leyendas y libros que hablaban de pescadores que se hacían a la mar para dejar mujeres con añoranza y recuerdos indelebles. Y eso los hacía inmortales.

Pero él, un anciano viudo y sin hijos, toda una vida pescando y sobreviviendo. No le quedaba nada en el mundo, ni fuerzas para meter el bote en el agua y zarpar por última vez hacia la nada que era algo.

lunes, 15 de abril de 2013

Last Time

The Last Time by Paradise Lost on Grooveshark


La vida se le escapaba de las manos como la arena mojada.

Cerró el puño. Y los ojos de Muerte mostraron sorpresa.

domingo, 14 de abril de 2013

Soldado

Sólo había algo a lo que temía más que una emboscada enemiga: a sus gobernantes. Uno te mataba; el otro te hacía morir.

sábado, 13 de abril de 2013

Olor a muerte

Una vez más los gases le impedían dormir.

No los suyos.

No los de sus compañeros.

Los de las cámaras donde algún día morirían.

viernes, 12 de abril de 2013

Infierno

Le quedaba muy poco para llegar al infierno, se lo decía cada nervio de su cuerpo, cada neurona de su cerebro. Una sensación de desasosiego que crecía según caía su alma incorpórea hacía un destino incierto pero seguro.

Y finalmente llegó y sintió un calor casi abrasador por todo el cuerpo salvo por su espalda que reposaba en algo fresco y mullido. Las voces infantiles le obligaron a abrir los ojos. Estaba en un parque rodeado de gente desnuda que reía alegre y despreocupada. Parejas, tríos, grupos de adultos de ambos sexos se amaban a la sombra de los árboles, sobre la hierba y bajo el sol, en el agua. Se incorporó y se observo desnudo, pálido y fofo.

Lo que serían varios días después, demacrado, trataba de esconderse entre los arbustos, tapándose las vergüenzas con las manos y rezando a Dios que se lo llevara de allí. Siempre era de día y la gente se divertía y reía sin cesar, se amaban unos a otros, no había hambre ni vergüenza ni necesidades de ningún tipo. No existía el miedo. No existía el pecado.

Y el que fuera arzobispo en vida enloqueció de terror.

jueves, 11 de abril de 2013

Frío

Llevaba ya dadas un par de vueltas dadas a la manzana y el frío de la noche se le metía en los huesos hasta hacerle tiritar. Vale que había salido para enfriar un poco sus ánimos pero mantener las formas y no arrepentirse de sus actos le estaba costando un cojón. Arriba, una luna llena jugaba al escondite entre las nubes sin mucho éxito y en casi todas las casas asomaba por las ventanas el parpadeo de la tele.

Y el imbécil de su novio viendo el partido mientras él había tenido un día muy jodido y necesitaba un poco de cariño, de hablar, de vida en común. No un "¡¡¡TCHHHH!!!" sin siquiera vocales. Nada, el brazo estirado enchufando el mando a la tele para subir el volumen, como si así se viera mejor el partido.

A la mierda. Dio una vuelta más a la manzana, le pegó un mordisco, cerro la ventana y se metió en la cama a leer.

miércoles, 10 de abril de 2013

Penes que acechan en la noche

Soñaba con infinidad de penes que se empujaban entre ellos para llegar a él, a sus manos, y se despertaba sudoroso en mitad de la noche. Se sentó en un borde de la cama y se echó las manos a la cara. Después se giró y miró a su novia respirando lentamente mientras dormía. No podía aguantar más, los penes habían invadido su vida, se habían apoderado de ella. Y no se sentía capaz de seguir aguantando esa mentira.

Se inclinó sobre su novia y, con mucho cariño, la despertó para decírselo.

Diez minutos después dormían abrazados. No se había tomado tan mal que no le hubiera dicho que había suspendido el examen de urología.

Ups...

Después de haber aniquilado a la humanidad Dios se dio cuenta de que, sin el hombre, no existía.

martes, 9 de abril de 2013

Arrojo

Cuando por fin supo cómo quería vivir yacía en su lecho de muerte.

domingo, 7 de abril de 2013

Ética para idiotas

El magnicidio se supone heroico y justificado según qué casos. Y, a menudo, el homicida es ejecutado poco después y pasa a la historia como un héroe para algunos y un villano para muchos.

Yo, profesor de ética de un instituto, iba a matar al tirano de nuestro primer ministro. Pero lo peor que podía suceder sucedió. Se suicidó. Y ya no sé explicar a mis alumnos si el cabrón fue un héroe por matarse.

jueves, 4 de abril de 2013

Flash

La última imagen que entró en su cerebro como un cuadro hiperrealista fue un escarabajo pelotero empujando su estiércol por la arena de la playa.

Después murió al instante reventado contra el suelo tras más de dos mil metros de caída libre.

Soluciones

A veces la mejor solución era apagar la luz e irse. Otras requerían aislarse del entorno y de uno mismo y dejarse caer en la espiral del problema. En ocasiones requerir la ayuda de terceros era lo idóneo.

Hoy cogió el problema y lo tiró por la ventana.

miércoles, 3 de abril de 2013

Un trabajo bien hecho

Era horrible pero la rabia le había cegado y ahora la nieve se había teñido de rojo. La rueda de la moto seguía girando con el motor al ralentí y la cabeza destrozada del afilador regurgitaba sangre sin parar. El matrimonio de ancianos de enfrente seguramente estaría con la televisión a todo trapo y no habrían visto nada. Sentía angustia y ganas de vomitar por lo truculento de sus actos.

Una media hora después la moto chillaba en garaje y la sangre de la calle, oculta por una fina capa de nieve que había echado con las botas, sería seguramente comida por las alimañas durante la noche.

Se sentía muchísimo mejor. Había hecho un trabajo impecable: el cuerpo del afilador yacía metódicamente descuartizado en la bañera, perfectamente desmembrado y trinchado como un cerdo en el mejor asador. Se le había pasado el cabreo: sus cuchillos ahora sí que habían quedado estupendamente, y no medio embotados como los había dejado el afilador. Menudo cabreo había cogido.

lunes, 1 de abril de 2013

San Jerónimo y sus traducciones

De muchos es conocida la errónea traducción bíblica "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos". Se cree que se tradujo erróneamente el término Kamelos por "camello" cuando debía significar algo parecido a "soga de amarre". Esta teoría acaba con el significado absurdo e incoherente de dicha afirmación y facilita la predisposición a creer lo que afirman las Sagradas Escrituras.

Lo mismo sucedería de aceptarse la menos conocida teoría de que se tradujo incorrectamente la afirmación de que Dios "descansó" al séptimo día cuando una traducción más acorde a los tiempos actuales sería que Dios "se dio cuenta de que la había liado parda".

domingo, 31 de marzo de 2013

La quinta vía

Uno de los grandes anhelos de la humanidad desde sus orígenes es el de la inmortalidad. Desde las primeras protosociedades la necesidad de dar sentido al periodo que transcurre entre el nacimiento y la muerte del individuo ha tenido como solución recurrente la creencia en la existencia de algo más allá de lo que entendemos como vida. Un cielo, un infierno, un mundo paralelo. Algo. Y los mejores entre los mejores han disfrutado del privilegio de la resurrección (los solamente buenos se han tenido que conformar con la reencarnación) por la que volvían a esta vida, real, y no a la que deseamos por todos los medios que exista más allá. El resto nos conformamos con seguir siendo la mediocridad del otro mundo si somos suficientemente borregos en este.

Otra solución ha sido la de tener hijos, la de tener descendencia, la de dejar un legado que perviva tras nuestra salida de esta existencia. No seguimos nosotros como entes pero sí dejamos un cachito nuestro (un espermatozoide, un óvulo, aunque sean ajenos los hacemos nuestros) y proyectamos en ellos nuestros anhelos de que lleguen a ser lo que no hemos llegado a ser.

Una tercera vía similar a la segunda es la de dejar una obra (artística, arquitectónica, antropológica...) por la que se nos recuerde más allá de esta vida, por la que extendernos hacia el infinito cronológico (pobre Ozymandias...).

La cuarta vía ha sido la de encontrar un universo paralelo al que huir y donde nuestro alter ego es reflejo de nuestros deseos. Podemos ser guerreros, magos, emperadores, personajes de un libro, nosotros mismos en un pasado feliz, otra persona, Dios, Satán, una puta asesina, un político honrado, nuestra madre o la tuya. Este mundo pasa a ser algo molesto a donde hay que entrar de vez en cuando a comer, cagar, dormir y algunos, trabajar para poder disfrutar del nuevo mundo real. Luego nos morimos pero no pasa nada porque el mundo real es diminuto y en el nuestro propio no tenemos ansia de ser inmortales.

Y luego está la quinta vía.

sábado, 30 de marzo de 2013

Cuando Confucio era bedel

Las colas cuando la ventanilla estaba cerrada las formaban gente con demasiada prisa que se adelantaba al horario de apertura y de gente dejada que llegaba tras el cierre.

viernes, 29 de marzo de 2013

Imprevisto

A pesar de todos sus miedos, de haberse anticipado a cualquier imprevisto, nada sucedió.

Y entonces no supo qué hacer.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Hasta el fin del mundo

Todos salvo él habían preferido quedarse dentro de la casa en mitad de la ventisca. Terremotos, oscuridad, nieve. Un mundo inhóspito en el que les había tocado vivir. Para él sobrevivir ya no era vivir. No quería seguir viviendo escondido del mundo entre cuatro paredes donde cada día era el mismo. Así que se despidió entre lloros y abrazos de los suyos. Salvo de su madre que, sin dedicarle una mirada, entró en la cocina cuando él dijo que tenía que salir al mundo o morir de tedio.

Estuvo caminando bajo una incesante nevada que acompañaba a los temblores que se sucedían irregularmente. La noche era negra; el frío le mordía la cara, los pies y las manos. Caminaba a ciegas y sólo el crujido de la nieve virgen bajo sus botas le parecía real.

Abrió los ojos bajo una luz dorada y cegadora que irradiaba calor a su cuerpo aterido. No recordaba cómo ni cuándo había llegado hasta ahí, hasta los pies de una pared invisible, infinita, tras la que se podía ver un mundo gigantesco e irreal. Pero lo había conseguido. Era el fin del mundo y era agradable y podía ver el hogar de los dioses.

En una sencilla casa de una de tantas ciudades dormitorio del mundo caían los primeros rayos de una mañana de enero sobre la bola de nieve con una casita en miniatura que había encima de la chimenea.

martes, 26 de marzo de 2013

Heridas en el tiempo

Miró entre lágrimas el cadáver reseco del bonsái que le había regalado su abuelo. Veterano de guerra, no recordaba cuándo había llorado por última vez. Ni las atrocidades cometidas por el bando contrario ni las del suyo ni las suyas propias habían conseguido arrancar lágrimas de sus ojos. Frialdad que enmascaraba rabia y odio, pero nunca lágrimas.

Pero ver la casa del bosque tras el incendio había atacado al niño que guardaba en lo más íntimo de su memoria.

lunes, 25 de marzo de 2013

Espuma de civilizaciones

El viento y la arena se habían comido los detalles del antiguo palacio pero no habían podido con su magnificencia. Al igual que las pirámides milenarias de otras tierras, la edificación había sobrevivido a sus constructores largamente perdidos en el tiempo. Pero al contrario que ellas, el palacio había permanecido oculto a los hombres hasta ese día.

Era el quincuagésimo-nono yacimiento arqueológico que encontraba en ese sector estelar en lo que iba de año.

Infelicidad

La vida que me han vendido está llena de banalidades imprescindibles. Cada mes, cada semana, cada día cambian los carteles y luminosos para ofrecerme la solución -esta sí, definitiva- a mi infelicidad. Aquello que no compro me hace infeliz por no tenerlo; cuando lo compro la infelicidad viene de haberme gastado el escaso dinero honrado que gano y que guardo para cosas importantes. Da igual, la infelicidad es crónica, continua y los pequeños parches que compro a crédito se caen como se caían las tiritas de colores sobre mi piel sudada de niño pequeño.

He optado por ser asesino a sueldo: me pagan por mi infelicidad.

sábado, 23 de marzo de 2013

Lluvia

La lluvia repiqueteaba en el techo del coche carbonizado en el que se había refugiado. Fuera, un mundo gris y verde apagado por la lluvia y el ocaso. Y nada más.

viernes, 22 de marzo de 2013

Vuelta a la serenidad

La arena mojada se le escurría haciéndole cosquillas entre los dedos. Cuando quedaba una masa casi seca la dejaba caer al agua y se agachaba de nuevo a coger otra buena palada con ambas manos del fondo para sacarla rápidamente y dejar que se le escurriera una vez más. Se le quemaba la espalda antes que aburrirse.

Con el rostro arrugado por los años miraba las playas de su niñez. Viudo, con dos hijos que le habían hecho abuelo y un tercero fallecido en accidente de coche en plena adolescencia, había vuelto a la playa que le había dado tantos recuerdos buenos a lo largo de su vida. Siempre que necesitaba algo de inocencia, de pureza, de motivos por los que vivir la vida hasta el último suspiro, cerraba los ojos y volvía a este lugar.

El sol se había escondido unos pocos minutos antes. Desnudo, se agachaba para coger arena con el agua hasta casi la cintura.

Los servicios de limpieza recogieron por la mañana sus ropas abandonadas sobre la arena sin darle mayor importancia.

jueves, 21 de marzo de 2013

Dust in the wind

Era un país como el suyo; distinta manera de vestir, distinta manera de hablar pero la gente dormía, comía, cagaba, follaba y moría. Y él no era más héroe o más villano por ser un soldado sin nombre en una fuerza de invasión. Mataba y veía morir, era su trabajo y su lotería.

Poco antes del anochecer su cuerpo llovía sobre sus compañeros destrozado por una mina.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Anclado

Siguen las olas rompiendo en la superficie pero no las oigo, sólo las veo. Estoy al fondo descansando sobre la arena pero no es mi sitio; sé que debería querer salir pero no quiero. Descanso sin dormir. Sin descansar.

martes, 19 de marzo de 2013

Voces

Un escritor sabe que tiene un problema cuando deja de oír las voces de su cabeza.

lunes, 18 de marzo de 2013

Libertad

El mundo es un lugar limitado aunque a lo largo de una vida no encontremos sus confines. Lo recorremos en tiempo y espacio y sentimos que somos libres. Pero no somos más que partículas de consciencia en un movimiento caótico.

La verdadera libertad aparece cuando uno por fin encuentra los límites y decide hacia dónde ir, dónde estar.

domingo, 17 de marzo de 2013

¿Desde dónde?

Hay lecturas que le llegan a uno desde algún lugar de su interior, desde otro tiempo pasado o futuro o simplemente siempre. Uno sabe que en algún otro lugar ha escrito o escribirá esas mismas palabras que ahora lee y las reconoce como suyas. La vida no es mas que la intermitencia de una existencia que en lo más profundo sabemos que trasciende aunque no sepamos cómo. Queremos ser un mundo que gira alrededor de su estrella y bulle de vida pero a menudo no somos más que burbujas de brotan de algún lugar de un refresco y suben a toda prisa para morir.

viernes, 15 de marzo de 2013

Trascendencia

La soledad es la única fuerza del Universo que puede volver tan desesperado a un dios como para crear al ser humano y no destruirlo.

jueves, 14 de marzo de 2013

¿...?

¿Qué hacer cuando sólo romper las normas puede evitar que uno rompa las normas?

Y el escriba no lo apuntó.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Soledad

Miraba las estrellas pensando en la inmensidad del universo, en que no estaría solo.

Alguien hacía lo mismo mirando su estrella desde otro punto del espacio.

martes, 12 de marzo de 2013

Normalidad

Cuando todos los demás parecen estar locos llega la hora de volverse paranoico.

lunes, 11 de marzo de 2013

Lo importante

En la soledad de su cápsula espacial tenía muchas horas para pensar. No para pensar en el sentido de la vida, en las grandes preguntas que siempre han rodeado a la humanidad, sino en aquellos pensamientos efímeros a los que nunca prestaba atención por más de unos segundos. Por fin sentía feliz.

domingo, 10 de marzo de 2013

Bajo toneladas de agua

El tesoro más ansiado es el que una vez tuvo mucho valor, se hundió en las profundidades y quedó fuera del alcance con los medios del momento. ¿Y tiene valor en ese estado o se lo dan quienes sueñan con él, quienes tratan de sacarlo de nuevo a flote aún a costa de sus vidas?

Pero sólo cuando el tesoro vuelve a ser acariciado por manos humanas se alcanza a apreciarlo en toda su magnitud.

sábado, 9 de marzo de 2013

Sólo

Un hombre solo sentado en un banco del parque bajo las luces amarillas. Un hombre sólo.

viernes, 8 de marzo de 2013

Realidad

Es el fin de un sueño.

Despierto y es de noche. O estoy ciego. Pero hace frío y se oye la lluvia y sé que no estoy en un sueño.

Podría cerrar los ojos y dormir de nuevo y soñar la realidad. Pero no; sólo lo que no es sueño es real. Y entonces me duermo.

Y sueño que despierto. O despierto y creo que sueño que despierto. No lo sé. La lluvia me moja y el frío es real.

Quiero dormir pero estoy mojado. Cierro los ojos y el frío me los abre. La lluvia debe ser real.

jueves, 7 de marzo de 2013

Vueltas

El optimista sabe que tras la noche llegará un nuevo día; el pesimista que la noche engullirá el mundo tras el día. El escritor, que ni el día ni la noche son reales salvo para quien los vive.

miércoles, 6 de marzo de 2013

¿Persistencia?

Cada atardecer plantaba nuevas semillas en una tierra que se prometía fértil. La noche las helaba, las alimañas se las comían. Nunca llovía.

Cada mañana la tierra aparecía revuelta y yerma.

Y los cadáveres amojamados de los responsables de la colonia se pudrían un poquito más bajo el diminuto sol que colgaba del cielo.

Los meses se sucedían y lo seguirían haciendo hasta que el robot agricultor de la base marciana agotase sus baterías.

martes, 5 de marzo de 2013

Edad

Mis demonios envejecen y mueren.

lunes, 4 de marzo de 2013

Certeza

Sólo en un cementerio existe la certeza. O la desesperanza.

domingo, 3 de marzo de 2013

Uróboros

Los sueños son causa y consecuencia de uno mismo.

viernes, 1 de marzo de 2013

El cristal

Escribir es mirar la realidad desde el otro lado.

jueves, 28 de febrero de 2013

Un pedazo de realidad

Sopla el viento y nadie quiere estar en la calle. El frío y la lluvia se entrelazan en remolinos bajo las luces amarillas de las farolas. Pero nadie lo ve, como tantos otros momentos únicos que nunca serán contados.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Pupa

Llegaré a ser imago, no sé cuándo; hace poco aún era larva.

martes, 26 de febrero de 2013

Sinsentido

Escribir no da sentido a mi vida: se lo quita a no hacerlo.

lunes, 25 de febrero de 2013

Si dejas de soñar... (II)

Al igual que se necesita dormir para poder estar despierto los mejores sueños surgen de los restos resquebrajados de otros.

domingo, 24 de febrero de 2013

Si dejas de soñar...

Los sueños empiezan cuando uno al fin despierta.

sábado, 23 de febrero de 2013

¿Vida?

Abrí los ojos y vi una humanidad que había crecido hasta creerse igual a los dioses.

Abrí los ojos y vi unos dioses que habían crecido hasta creerse iguales a los hombres.

Abrí los ojos y vi un mundo en el que nadie era quien era.

jueves, 21 de febrero de 2013

En el limbo

El anciano no se había enterado de la guerra en su refugio de las montañas. No se había enterado de quién había ganado, de quién había invadido el país, de quién era su rey. El anciano tampoco era un hombre sabio, un ermitaño alejado de los vaivenes del ser humano. No era pastor ni conocía cada palmo de las montañas.

Nadie hablaba con él, nadie lo había visto en muchísimo tiempo. Pero su cuerpo momificado fue el mayor hallazgo arqueológico en muchos años.

Sí y no

Salió de la panadería mirando ensimismada las monedas que habían depositado en su mano. No entendía nada pero le encantaba seguir a su madre a todas partes e imitarla en la medida de sus posibilidades: cuando tenía dinero en la mano su madre parecía feliz, silbaba e iba sonriente de un lado a otro para comprar todo tipo de cosas.

No le gustaba esperar sentada en el salón cuando venían hombres a ver a su madre. Entraban en la habitación, se peleaban o algo y luego su madre lloraba y le acariciaba la cabeza.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Lluvia

Las nubes hacían negro el cielo del atardecer. El agua caía en una cortina incesante que apagaba por completo sus pasos y cualquier otro sonido salvo el crujir de los rayos por todo el valle. La tierra ya estaba empachada de agua y dejaba que se derramase hacia el torrente que bajaba dando saltos entre las rocas.

Empapado bajo la lluvia, Noé silbaba feliz.

martes, 19 de febrero de 2013

Sensaciones

El viento jugaba con su pelo mientras yacía en la oscuridad. Oía el mar rompiendo contra las rocas a unos metros y, de cuando en cuando, le llegaba la brisa empapada de espuma. Su perro yacía acurrucado a su lado, apoyado en su mamola. La arena, fresca en la superficie azotada por el viento, compartía los restos del calor del día al abrigo de su espalda.

En momentos así no le molestaba haberse quedado ciego.

domingo, 17 de febrero de 2013

Una mierda

La vida era una mierda. Una mierda enorme, una plasta gigantesca de la que alimentarse, en la que refocilarse. Uno podía alejarse un poco de ella, buscar alternativas. Pero la realidad le devolvía a uno casi de inmediato a la mierda, a comérsela.

Así era la vida de los escarabajos peloteros.

sábado, 16 de febrero de 2013

Oasis

Le gustaba lavar las verduras debajo del grifo. Primero dejaba correr el agua unos segundos mientras hacía como que limpiaba las paredes del fregadero con la mano. Luego ponía el tapón y esperaba a que se llenase tres o cuatro dedos antes de ir lavando una por una las verduras que iba a cocinar. Primero les daba un agua y las dejaba flotando. Cuando acababa, quitaba el tapón y las sacaba una por una dándoles un último chorrazo de agua antes de dejarlas en el escurridor.

Eso era todo lo que pasaba por su mente a lo largo del día. Sólo eso. La enfermedad era devastadora.

viernes, 15 de febrero de 2013

Orfanato

Eco de pasos por el pasillo.

A oscuras. Escondido bajo las mantas de la cama, aguantando la respiración. Porfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavor...

Los pasos se detienen junto a la puerta, al igual que el tiempo.

Y prosiguen.

jueves, 14 de febrero de 2013

Solo

El pelo se le caía a mechones y sabía que tenía pocas esperanzas de volver a verla con vida. No tenía claros los detalles pero había tenido lugar algún tipo de accidente a gran escala porque las calles estaban llenas de cadáveres y de gente que pronto lo sería. Radiación, virus, infección, venenos... nunca lo sabría.

Lo más doloroso no era la certeza de morir en las próximas horas. Lo que le apenaba era saber que se iría en soledad.

miércoles, 13 de febrero de 2013

En la niebla

No tenía muy claro si se había perdido o no. Bajo sus pies una mancha oscura de asfalto entre la niebla. El resto era blanco y lechoso. Hacía mucho frío en la bruma, un frío húmedo y pegajoso que no se quedaba en la piel y la ropa sino que penetraba hasta la sangre y los huesos. Seguía caminando.

La luz parecía seguir viniendo de todas partes y de ningún sitio pero seguro que habían pasado varias horas y ya pronto llegaría el anochecer. Y con él la necesidad de detenerse hasta que la luz volviera a iluminar la niebla o el viento la disipase. Echó la mochila al suelo, extendió el aislante, el saco encima y se quitó las botas antes de meterse dentro. No mucho tiempo atrás jamás se le habría ocurrido ponerse a dormir en una autopista. Pero ahora todo había cambiado. Demasiado.

Orejas

Ese tío tenía las orejas muy separadas. No podía dejar de mirárselas aunque trataba de hacerlo con disimulo; pero es que, más que de soplillo, las tenía planas pero perpendiculares al cráneo. Raro de cojones. Era como una ensaladera tumbada. Si Quevedo lo hubiera visto no habría escrito acerca del licenciado Cabra. Y lo peor es que como el tipo se diera cuenta, estaba perdido.

En sus años en la agencia de detectives un año atrás aprendió que la mejor manera de pasar inadvertido no era tratar de hacerse invisible como un gato que juega a esconderse sino actuar con una normalidad absoluta, mostrando que uno estaba donde tenía que estar. Aprendió muchísimo de unos profesionales impresionantes.

Pero ahora trabajaba para los franceses y las cosas eran más difíciles. Ahora no podía mirar desde la sombra, desde la lejanía. Ahora tenía que estar en contacto con el objetivo y ser infinitamente discreta.

Un par de días de curro y esas putas orejas iban a echarlo ya todo a perder. Se mordió los carrillos para no reírse. Demasiado tarde. Estalló en una carcajada que le salía a borbotones y se tuvo que sentar en el suelo.

Media hora más tarde ya la habían despedido de su trabajo como dependienta de la óptica francesa de lujo del centro comercial.

lunes, 11 de febrero de 2013

¿Qué hizo?

No llovía desde hacía ya unos minutos. O salía ahora de su refugio o era probable que no pudiera hacerlo jamás.

Murió seco.

domingo, 10 de febrero de 2013

Desasosiego

Los calamares fritos le entraban de puta madre, con su alioli y unos picos de pan. La mesa estaba llena de botellines vacíos, diez o doce por persona. O sea, diez o doce; y desde la sombra del toldo se estaba a resguardo de un sol que pegaba con fuerza en la arena de la playa.

Serían las tres y media o cuatro. O por ahí. Qué más daba. Tirarse las tardes tomando cervezas junto al mar era lo único que ahogaba su sensación de soledad y de estar haciendo el inútil con su vida. Aunque luego siempre amanecían unas mañanas de remordimientos que apagaba con la consiguiente ida al chiringuito.

Semanas atrás aún habría soñado con tener compañía sincera para este retiro suyo pero ahora no le quedaba más remedio que matar a su rabia y cinismo a golpes de cerveza. Sí, tendría que haberle hecho caso. Qué amarga sabía su victoria.

Reconocimiento

Se sentía pisado, humillado, utilizado por los compañeros de la oficina. Vale que su labor podría haberla desempeñado cualquier otro, pero ahí estaba él y no cualquier otro, por lo que esperaba un poco de reconocimiento a su labor.

Se había incorporado a la oficina haría cosa de un año y medio, durante agosto, cuando menos actividad había y así poder llegar a estar a pleno rendimiento cuando volvieran casi todos en septiembre. Desempeñaba su labor con resignación, para eso estaba ahí, pero seguía necesitando un poco de reconocimiento. A nadie le haría daño.

De todos modos y a pesar de todo, sabía que era muy especial; único en el mundo. Que el supiera, no existía otro inodoro consciente de sí mismo.

viernes, 8 de febrero de 2013

Prisa

Se quedó mirando al autobús, jadeando con las manos apoyadas en los muslos. Poco a poco se iba hundiendo en la noche.

Ya no lo veía pero no podía dejar de correr: en unos minutos llegarían los perros para recapturar a los presidiarios escapados del autobús accidentado.

jueves, 7 de febrero de 2013

Algo falta

Se pasaba todas las tardes mirando las montañas por el ventanal del salón mientras escuchaba música con los cascos. Era una casa enorme con una finca cuyas lindes desaparecían tras las colinas, un lugar maravilloso en el que pasar el resto de sus días lejos de cuanto aborrecía. Pero le faltaba algo para sentirse feliz.

No era por la soledad; todos los días venía una persona a traerle comida y otros víveres y aseaba la casa y hablaba con él. Tenía todo el dinero que podía necesitar y aún le sobraban millones. Cualquier capricho podía comprárselo, ya fuera material o de carne.. ¿Respeto, cariño? Tenía el de muchísima gente, conocidos y desconocidos. No era eso.

Estaba sano; no tenía impedimentos físicos para hacer cuanto quisiera. Y cada tarde que repasaba su vida en busca de ese algo que le hacía infeliz no encontraba nada.

Eileen iba cada día a llevarle cosas a su hijo y ver cómo estaba desde que aquella sobredosis le había provocado una amnesia severa.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Prejuicios

Pues al final le estaba gustando eso de currar entre flores. Y ataúdes.

martes, 5 de febrero de 2013

Terror en la noche

El hedor a muerte era demencial, totalmente insoportable.

Se había despertado con el corazón acelerado, golpeando de manera arrítmica, la espalda empapada en sudor. No veía nada, tenía que hacer algo. Trató de incorporarse y palpó un cuerpo que yacía a su lado. Aguantó la respiración; no podía, no debía gritar.

Comenzó a caminar descalzo, palpando el suelo con cuidado para no tropezar con nada. Sus manos se encontraron con algo frío y húmedo. Y supo al instante lo que era. Se acercó los dedos a la cara y los olió. No debía haberlo hecho, la bilis se le acumuló en la garganta pero logró reprimir las arcadas. Y se armó de valor.

Medio minuto después, volvió a la cama. A ver si dejando las botas de su novia en la ventana se iba el mal olor y podía descansar para la etapa del día siguiente, cuando llegarían a Santiago.

lunes, 4 de febrero de 2013

Fluyo

Sólo derramando mi sangre por la pluma me llega la vida.

Suicidio

La vida es un cuaderno del que cada día pasa una hoja y uno elige si escribe o no. Y no sabe cuántas más quedarán.

Una gilipollas ha pegado las mías.

sábado, 2 de febrero de 2013

Una sentencia inesperada

La sentencia era demoledora: "El juez condena al acusado a la pena capital". No sabía qué hacer; el tiempo pasaba a trompicones. Se paraba, saltaba, se escurría... pero desaparecía inexorablemente. Le sudaban las manos a chorros; quería salir corriendo, gritando con los brazos en alto, pero sabía que no serviría para nada, si acaso para estropear aún más las cosas.

Miró al resto de la sala. Todos estaban en silencio, revolviéndose incómodos en sus asientos. No se habían esperado una sentencia así, no estaban preparados para ello.

Pero ya no había vuelta atrás. Había tenido su oportunidad todos estos años y la había desaprovechado. Y cuanto antes lo asumiera antes llegaría la aceptación de la cruda situación en la que estaba. "A la pena capital". Esas malditas palabras que lo habían jodido todo.

Se puso en pie con los últimos restos de amor propio que le quedaban y entregó su examen de Selectividad sin decir qué tipo de complemente del verbo eran.

Claustrofobia

Se encontraba sumergido y completamente a oscuras. Un ruido sordo, constante, retumbaba en sus oídos, en todo su cuerpo. Y notaba la presencia de alguien.

Y, sin embargo, no sentía miedo ni angustia. Al contrario, jamás se había sentido tan seguro.

Y así seguiría siendo hasta su nacimiento.

jueves, 31 de enero de 2013

Escampa

El aire olía a tierra empapada y hongos. Había escampado y el sol del atardecer iluminaba con fuerza los campos agostados que brillaban con el agua. Algunos pájaros se habían atrevido a volar de nuevo y su vida parecía fácil y despreocupada leyendo un libro acuclillado bajo la copa de una enorme encina.

La vida en las trincheras tenía sus momentos.

miércoles, 30 de enero de 2013

Liberación

El helicóptero sobrevolaba su cabeza y no podía hacer nada. Aún sentía dolor en las piernas pero el frío se lo iba comiendo y pronto le susurraría al oído que durmiera. Que durmiera. Que durmiera...

Abrió los ojos sobresaltado para ver un cielo morado teñido de fuego en el horizonte. No sentía nada. Sólo unas ganas irrefrenables de volver a cerrar los ojos. Y olvidar la lucha. Irse. Cerró los ojos mientras abría su sonrisa.

Las voces eran interrumpidas por los ladridos de alegría que retumbaban a escasos centímetros de su cabeza. Pronto las linternas iluminaron los copos que habían comenzado a caer a su alrededor y las voces se transformaron en palabras.

Lloró. Había estado a punto de morir. Ahora se lo llevarían de vuelta a terminar de cumplir la cadena perpetua.

martes, 29 de enero de 2013

Otros tiempos

Milenios después de aquellos hechos históricos se quedó embobado admirando el Paso de las Termópilas. Cuántos hombres valientes habían decidido quedarse y sacrificarse por salvar a los suyos. Una muerte segura les esperaba un día, el siguiente, el otro, hasta que llegaba. Pero qué estrategia, qué corazones.

Ahora Grecia no era ni una sombra de lo que una vez fue. Aunque bellas, las ruinas de su antiguo esplendor seguían siendo ruinas. Y el valor de sus gentes se había quedado en tristes figuras que se quitaban del medio para morir en las sombras.

Apolo se volvió muy triste a su hogar.

lunes, 28 de enero de 2013

Aforismo (II)

La llegada de la oscuridad no te asusta cuando estás ciego.

domingo, 27 de enero de 2013

Aforismo

Cuando un muerto muere, vive.

Hermanos

Tenía en su cabeza la mejor historia que jamás se le había ocurrido y su hermano se fue a dormir. Nunca se lo perdonaría. Quería ser escritor, siempre había soñado con eso. Pero a su hermano sólo le interesaba la juerga. Puta suerte la suya. Ojalá pronto pudieran separarlos con una operación.

sábado, 26 de enero de 2013

Se escurre

El frío era demasiado intenso; la vida se le escapaba a cada espiración. El cielo era negro y se encontraba salpicado de millones de puntos de luz que le miraban desde ahí arriba. Hacía mucho frío.

Abrió los ojos; se habría dormido unos segundos. Y el cielo seguía en su sitio. Se moría; se le escapaba la vida entre los dedos de las manos y no podía hacer nada por impedirlo. Ya no sufría por ello. Seguía dándole mucha pena.

Abrió de nuevo los ojos. La escarcha crecía en su bigote. Se sentía, de algún extraño modo, feliz. Lo había perdido todo.  Salvo la vida. Y muy pronto no tendría ni eso.

No recordaba el accidente. Estaba dormido, borracho. Cinco horas de vuelo, sueño, y se encontraba tirado en mitad de la nieve. Sin sentir nada.

Se había lesionado la columna, hasta ahí comprendía. No sentía ni frío ni dolor y el avión se había estrellado en la nieve. Seguramente tenía una herida por la que se iba desangrando porque cada vez le costaba más mantenerse despierto.

Abrió de nuevo los ojos. Le costaba mucho hacerlo. No se moriría hasta que no viera una estrella fugaz que trajera consigo la esperanza de un renacer.

Durante la madrugada murió. No dejó ningún rastro especial. Excepto su sonrisa.

jueves, 24 de enero de 2013

Génesis

"Y vio Dios que era bueno".

Nunca había terminado de entender esa frase. Ni en el colegio ni ahora. Se suponía que Dios era infalible y todopoderoso y todas esas cosas. Entonces, ¿cómo iba a hacer algo y pensar que había sido una cagada? Sí, debía ser algo en sentido figurado y todas esas cosas pero, empezar en ese plan el universo no le daba a uno mucha confianza, parecía que era todo producto de la suerte.

- Disculpe la espera. Aquí tiene - la recepcionista le sacó de su ensimismamiento. Recogió el albarán y el casco y se fue a continuar con su ruta de reparto.

Dios miró el diploma que tenía colgado en su despacho: Creator Cum Laude. Menudas juergas se corrió en los exámenes finales. Y qué potra tuvo con el práctico: de empalmada y sin haberlo preparado.

miércoles, 23 de enero de 2013

Misión imposible

A pesar de todo había conseguido llegar hasta la puerta de entrada. De haber sabido que lo intentaría, nadie habría apostado nada por él.

Parecía fácil colarse dentro: en la puerta, un guarda dormitando que hacía una eternidad que había dejado atrás la juventud y que, seguramente, seguía ahí por pena. Y ni un alma más a la vista. En otras circunstancias podría haber intentado sobornarle o coaccionarle para que le dejara entrar sin más pero se encontraba en una situación bastante precaria y no tenía con qué negociar. Estaba con lo puesto y con su ingenio.

Al final se decidió por el camino más directo. El anciano roncaba en esos momentos y se había dejado la puerta abierta, era tan estrambótica la situación que tenía que salir bien. Funcionó.

El segundo político de casta que se le colaba a San Pedro en menos de un mes.

Sombra

Las lágrimas se mezclaban con la sangre en su cara y le nublaban la vista sin que pudiera hacer nada por detenerlas. Corría entre la multitud, chocando, cayendo, golpeando, siendo empujada y golpeada. Pero cada vez que caía lograba levantarse de nuevo. El centro comercial se había convertido en un maremágnum en el que la gente huía corriendo caóticamente a un lado y a otro, aturdida por los gases lacrimógenos, la cuasioscuridad y, sobre todo, el terror cegador de no saber qué o quién los estaba masacrando.

Estaba agotada de correr de un lado para otro, le ardía el pecho, le dolían los brazos y las piernas, pero no podía parar o seguramente la matarían. Tenía la certeza de que acabaría muriendo esa misma noche, en unos segundos, en media hora, no lo sabía. Pero, como tantos otros, no saldría viva de allí.

Unos metros por detrás oía a un grupo de hombres gritando. Por el rabillo del ojo vio cómo unas mujeres corrían hacia las cajas del supermercado. Resbaló con la sangre del suelo y casi se cayó al girar hacia ellas, pero logró mantenerse en pie y corrió. Sin dejar de correr miró hacia atrás y vio que los hombres pasaban de largo. Las mujeres entraron casi en silencio en el pasillo de las consolas. Ella hizo lo mismo. Eran cuatro y tenían el rostro desencajado de terror. A las dos primeras no les dio tiempo a gritar antes de matarlas con sus katanas.

lunes, 21 de enero de 2013

Recuerdos borrosos

El único recuerdo bueno que conservaba de su padre era el puñado de caramelos que solía traerle en el bolsillo del abrigo cuando venía de viaje. Eran muy dulces y muy ácidos, de limón y naranja, y después de chupar uno se le quedaba la lengua dolorida, llena de cortes, pero le encantaban.

El resto de recuerdos eran bien lagunas en las que no aparecía durante días bien gritos, lloros, empujones y bofetadas. A ella y a su madre.

Ahora allí le tenía en la cama del hospital. El pelo ralo y blanco y los ojos hundidos en las sombras de sus cuencas. Ni lo reconocía. Y no parecía gran cosa visto así: un viejo pelele de trapo amarilleado por el sudor y que pronto acabaría en la basura. Tampoco le daba pena o lástima, ese hombre ya había muerto para ella hacía casi treinta años. Y aún así había conducido toda la noche para ir a verle tras la llamada del hospital.

Salió a por un café a pensar.

Pues sí, le diría unas cuantas cosas para que se llevara a la tumba, cosas que se había guardado dentro por demasiado tiempo pero que la habían ido horadando durante años. El muy cabrón. Se iba a ir llorando a buscar a Satanás.

No sabía si sentía una rabia desmedida o una vergüenza infinita cuando por sus gritos de "¡hijo de puta!, ¡cabrón!, ¡así te mueras sufriendo!..." llegó corriendo la enfermera y le dijo que entendía que estuviera pasando un mal trago, que tuviera que desfogarse, pero que su padre había fallecido esa madrugada

El libro más valioso

Tenía entre sus manos el libro más valioso que jamás había existido. Un libro más preciado que mil veces su vida. Alzó la vista para mirar por el hueco que una vez fue ventana. Un cielo gris rojizo que pregonaba la caída de la noche.

Las calles de la ciudad estaban completamente vacías de movimiento, de vida. Un paisaje gris y negro que ya no olía a muerte, sólo a pérdida. Entró en una antigua gasolinera y extendió junto a la pared el aislante y encima el saco de dormir. Se sentó con la espalda apoyada en la pared, se descalzó, cruzó las piernas y abrió la mochila para sacar una lámpara recargable. Giró la manivela un par de minutos y la encendió. Una luz demasiado blanca, mortecina. No había nada mejor. La dejó en el suelo y sacó el libro de la mochila.

Hacía semanas que no había visto a un ser humano -¿quedaría alguno aún con vida?-. Cerró los ojos y siguió atentamente su respiración para relajarse. Luego abrió el libro por el principio y admiró las páginas inmaculadas. Sacó el bolígrafo de su bolsillo y comenzó a escribir el último libro de la humanidad.

sábado, 19 de enero de 2013

Vida

Dos minutos para la medianoche. Era una hora mítica, la verdad. Qué recuerdos de juventud.

Un minuto para la medianoche. La garita del peaje era oscura pero al menos estaba caliente. Pocos coches pasaban y cuando lo hacían enseguida cerraba el ventanuco. No llovía pero seguía nublado.

Medio minuto. Un camionero borracho haciéndose el simpático. Él no iba a denunciarlo.

23:59:59 . Y un día más.

viernes, 18 de enero de 2013

Inmortalidad

Los gusanos agujereaban su carne; avanzaban lentamente devorándola, dejando a su paso un líquido hediondo. Era una sensación horrible. No le dolía nada pero verlos moverse devorando su cuerpo inmóvil era más de lo que podía soportar. Casi cinco décadas estudiando los libros prohibidos; preparándose para su resurrección en un ser aún más poderoso tras la muerte de su cuerpo físico y la estupidez de uno de sus aprendices malogró el trabajo de una vida y la promesa de una eternidad.

Su cuerpo debía reposar durante cinco lunas en el gélido interior del túmulo de los patriarcas cuyo interior era bañado por los ríos de hielo que provenían del mundo de los muertos. Bajo ese frío sobrenatural la magia permearía lentamente cada rincón de su cuerpo y sustituiría a la esencia de la vida que una vez lo impregnó.

Pero Nicolasio, el peor de los aprendices jamás imaginados, no tuvo mejor idea que conservar allí el queso agusanado que se trajo de su tierra.

jueves, 17 de enero de 2013

El último tren

Era una pena pero se le habían acabado las monedas y el último tren del día iba a pasar de un momento a otro.

Se quedó sin su moneda aplastada.

The Shining

Los tres días que quedaban prometían ser demasiado largos. Sin Internet, sin cerveza, en compañía de veintitantos monstruitos en un refugio de montaña. Un remake de El Resplandor solo que más terrorífico. La mente enferma que ideó la semana blanca debería estar ardiendo en el Infierno hasta el fin de los tiempos.

Claro que necesitaba el dinero si no, ¿qué demonios se le había perdido allí? El portátil y la reparación del coche se habían comido la mitad de los ahorros para las vacaciones de verano. Y si no salía a distraerse una semanita este verano no aguantaba un nuevo septiembre. Seguro.

Según pasaban las horas sus ganas de matar niños, o al menos silenciarlos, crecían. Es que ya hasta los alumnos de primaria se comportaban como adolescentes en pleno pavo. Al menos Maribel, imbécil perdida, era la responsable legal de los críos.

El domingo por la tarde conducía muy contento el autobús de vuelta a la ciudad. Los niños viajaban perfectamente sentados y en silencio. Sonreía; le había encantado esto de la semana blanca. Una vez que uno se ponía a acojonar a esos pequeños bastardos las cosas se veían con otros ojos.

martes, 15 de enero de 2013

A tiempo

El coche patinaba en cada curva pero seguía siempre dentro de la calzada. Los faros sólo llegaban a iluminar una impenetrable cortina de agua y escasos metros de las líneas discontinuas que flanqueaban la carretera. Los únicos sonidos que escuchaba eran el murmullo de la lluvia, el chirrido de las ruedas y los limpiaparabrisas, el rugido del motor y la voz que le martilleaba que se diera prisa.

La herida del pecho ya casi no sangraba aunque le seguía doliendo y la sentía palpitar. La camiseta estaba fría y se le pegaba a la piel de un modo muy desagradable. Sentía ganas de dormir aunque no tenía sueño.

Una luz fantasmal se insinuó tras la lluvia y fue tomando la forma del hospital. Aún no era demasiado tarde, podía conseguirlo. Las figuras que aguardaban bajo el porche de la entrada de urgencias y comenzaron a hacer aspavientos y dar voces preparándose para recibirle. Alguien había avisado de su llegada.

Con un último esfuerzo de autocontrol enfiló la entrada y aceleró. Algunas balas impactaron en el coche, otras en su cuerpo, ninguna en la cabeza. Un instante antes de la explosión pensó en las huríes que esperaban su llegada.

Sueños de esclavitud

Le gustaba hacer tintinear la bolsita llena de monedas que llevaba atada al cuello cuando se encontraba a solas. Desde hacía un par de años ahorraba cada moneda que ganaba recogiendo chatarra, llevando mensajes, trapicheando, mendigando... Iba cambiando las míseras monedas de madera por otras de terracota, las de terracota por las de cobre, y las de cobre... ya pronto tendría una de plata y con ella compraría aquello que tanto ansiaba.

Unos días después colgaba de su cuello su nuevo monedero -vacío- de napa y marfil.

domingo, 13 de enero de 2013

Menschendämmerung

Los camarones flotaban a su alrededor como hacían las semillas de los dientes de león cuando jugaba por los pastos. Los restos del naufragio eran extraños; más que de otra época parecían provenir de algún mundo imaginado. No tendrían más de quinientos o seiscientos años pero jamás habría imaginado una arquitectura semejante, un diseño tan ornamental para algo que se suponía funcional.

Los sabios hablaban de los días anteriores a la Gran Noche como un mundo lleno de aparatos que surcaban los cielos, de luces que llenaban las noches, de aparatos que llevaban imágenes, voz o cosas de un lugar a otro del planeta. Los esqueletos de grandes edificaciones de piedras artificiales que se amontonaban unas sobre otras contrastaban con los confortables huecos excavados en la tierra de sus hogares. Las grandes ciudades de la antigüedad eran lugares yermos que muy poco a poco la naturaleza recuperaba.

Guerras. La Edad Antigua se regía por las guerras. La gente luchaba y se mataba no para defenderse, sino para que unos pocos tuvieran todo. Ellos vivían en paz, se ayudaban unos a otros para que cada uno tuviera lo necesario y los excedentes se repartieran entre quienes lo necesitaran.

Salió a la playa y reptó hacia su cueva. Le habría gustado saber cómo eran físicamente esos antiguos.

sábado, 12 de enero de 2013

Lejanía

Las teclas tenían círculos de mugre alrededor de las letras. Era bastante asqueroso. Su nuevo destino. Por la ventana los churretes dejaban entrever el mar; una bahía plagada de barquitos bordeada por industrias humeantes, luego una zona de marismas y finalmente los edificios de la ciudad a la que iría de permiso un fin de semana al mes. No tenía ni curiosidad por saber cómo eran las putas de allí. Acabaría yendo.

Aún no tenía muy claro qué le había llevado hasta allí, qué pelotas había tenido que tocar. Pero debían haber sido muchas y muy gordas, desde luego. Una mierda de destacamento en una isla o lo que fuera ese pegote de mierda rocosa unido durante la marea baja por un istmo de mierda a una tierra con un paisaje de mierda. Diez gilipollas metidos en un fortín en el culo del mundo a cada cual con una historia más ridícula para justificar su presencia.

Se puso manos a la obra: llevó el petate hasta la cama junto a la puerta de las letrinas -la del novato- y se fue en busca de la cocina, a ver si conseguía algo parecido a un café para acompañarle durante la redacción de la crónica del día.


Miraba desde la cuierta del barco alejarse el que había sido su hogar durante meses. La luz del atardecer pintaba de naranja las piedras del viejo fuerte y le embargaba la añoranza. Lo echaría de menos, al muy cabrón. Al final había sido una experiencia muy gratificante y reveladora vivir esa soledad. Y le había servido para desbloquearse y escribir de nuevo. Aunque los componentes del destacamento de relevo habían parecido horrorizados al descubrir los restos semidevorados y putrefactos de otros nueve soldados.

La magia del universo

Observaba atentamente el sistema solar. Era apasionante ver el sol en el centro y los planetas moviéndose lentamente en derredor siguiendo unas trayectorias predefinidas, siempre iguales. Era muy relajante observarlo, con sus estrellas al fondo iluminando suavemente la negrura de la noche.

Su madre abrió la puerta, encendió la luz y entró en la habitación para darle un beso y encender el transmisor para bebés. Los planetas del colgante perdieron su magia.

jueves, 10 de enero de 2013

Cuasidivino

Las polillas revoloteaban bajo la luz de una luna que las hacía brillar casi con luz propia bajo la mirada de un pálido mirlo que acechaba entre las sombras de un pino albar. Era un paisaje casi onírico, blanco sobre negro sobre blanco sobre negro...

...alzó la mano hacia su cara. La sangre que manaba de ella era de un rojo obsceno que dolía en la mirada. La hemorragia casi se había detenido, era un corte profundo pero saldría de esa.

Con un movimiento de su mano el paisaje se volvió negro. Hasta el día siguiente. Si tenía bien la mano. Se giró, rozó el interruptor y dejó el lienzo cubierto a oscuras.

Estirpe

El estruendo era ensordecedor y la fuerza del agua quería hundirle y eso le hacía sentirse más vivo que nunca. No era una cascada muy alta, nada especial, pero una vez debajo uno podía entender toda esa fuerza que se va comiendo montañas.

No era muy común que el animal de poder de uno fuera un salmón.

miércoles, 9 de enero de 2013

Arte

Era la primera flauta de hueso que tallaba y sonaba como una puta mierda con la que era imposible hacer música. En vez de notas salían chillidos de niños repelentes. A su favor había que decir de nadie le había enseñado a hacerlas, que nunca había visto una antes y que el dolor de la automutilación era horrible.

martes, 8 de enero de 2013

Soledad

Patrullar solo era completamente diferente a lo que había sido hacerlo con un compañero. Tantas noches habiendo pensado en lo a gusto que estaría sin tener que hablar de gilipolleces y disfrutando de conducir sola por la ciudad y ahora que lo había conseguido le quedaba grande la situación. Las primeras noches habían sido fabulosas: las calles estaban llenas de gente y por la ventanilla abierta le entraban los sonidos y los olores de los distintos barrios. Si había un conflicto avisaba por radio y a los pocos minutos llegaba el grupo de intervención adecuado.

Ahora la humedad y el frío hacían que se le empañaran los cristales del viejo coche patrulla; las luces estallaban en las miles de gotas en que se rompía la lluvia contra el parabrisas y todo era monótono, gris, aburrido. No pasaba nada, si acaso algún coche que había patinado hasta estamparse en cualquier lado. Pero los minutos se le apelotonaban en la cabeza y no sabía cómo quitárselos de encima.

Dio por radio el aviso de que un coche patrulla se había estrellado y aceleró.

domingo, 6 de enero de 2013

Sueños de la infancia

John se sentía muy cabreado porque había ganado un viaje a la estación espacial como premio extraordinario en un concurso para cuando cumpliera los 21 años.

El concurso había tenido lugar a nivel nacional entre todos los niños y adolescentes de entre diez y quince años que quisieran participar. Los cinco participantes que convencieran a un jurado de expertos con la mejor razón por la que querían ser astronautas ganarían un vuelo a la estación espacial en 2022. Al final serían seis. Que John quisiera ir a la estación espacial con tostadas, untarlas de mantequilla y ver qué pasaba sin gravedad precipitó la decisión -unánime- de entregar un premio improvisado a la mayor idiotez recordada de la carrera aerospacial.

Pesadillas

Le dolía tanto el cuerpo que su mente se le escapaba y volvía a regañadientes. Aún no se había sentado. O tumbado. Sólo había bebido algo de agua de un odre que encontró tirado. El olor de la muerte le rodeaba, el campo de batalla estaba plagado de restos -reconocibles, fragmentos- de lo que una vez fueron vidas con un pasado y la añoranza de un futuro.

La muerte en sí no era terrible, era tan sólo el paso de un estado a otro. Lo horrendo era saber que casi todos esos cuerpos mutilados no sabían por qué morían.

En la tienda de las vituallas trató de coger un mendrugo de pan y un pedazo de queso. Cogió el queso, no pudo agarrar el pan. El brazo izquierdo no le respondía; un tajo atravesaba su hombro hasta el hueso. No le dolía. Soltó el queso, abrió el pan con la mano derecha e introdujo el pedazo de queso dentro. Le sabía a gloria, al igual que el vino de Dios-sabe-dónde que le habían dado en una copa de madera.

Esa noche, cuando por fin pudo dormir, tuvo pesadillas: soñó que razonaba. Y era tan real...


viernes, 4 de enero de 2013

Recuerdos

Las horas iban pasando por las manecillas del reloj. Un minuto una raya. Cinco minutos una raya grande. Las horas saltaban de raya en raya cada vez que el minutero pasaba por el cenit. Quince minutos después caía hacia la derecha y otros quince y colgaba inerte. Era el único sitio de ese mundo extraño que le hacía sentirse como en casa, el único suelo firme en el que descansar cuando la vida resultaba demasiado intensa.

Hacía muchos años había sido un viejo científico al que tildaban de loco y aparcaban en el departamento de física de la Universidad Politécnica del Norte. "Viajar en el espacio tetradimensional, claro" le decían a la espalda, a la cara. Pero un sábado de invierno de 2024 llegó hasta éste de infinito mundos paralelos con aspecto de ciudad rural de la América de los años 50. Y ahora ya no era más que un adolescente que pronto llegaría a la infancia hasta desaparecer en una escisión de gametos.

Y sí, en este universo en el que el tiempo transcurría del revés, ver pasar las horas en el reflejo del reloj en un escaparate era lo único que le recordaba a su mundo natal.

Carpe diem


Su cuerpo se hundía hasta la mitad a cada paso que daba. Una superficie blanca, fría, infinita se extendía ante sus ojos, en todas direcciones. No había pensado en las consecuencias de haber aterrizado allí, de haberse puesto a caminar después sin rumbo fijo. No las pensaba ahora. Nunca pensaba, era completamente impulsiva. Lo había hecho porque quería hacerlo.

No tenía ni idea de cuántos de sus hijos aún vivían, de dónde lo hacían. Se había desentendido de ellos desde el primer instante, abandonándolos a su suerte en algún callejón, en compañía de perros callejeros, rodeados de basura. Nunca pensaba en ellos.

No lo vio venir. Salió disparada hacia el aire de una ostia enorme. Juan, el pastelero, la había quitado de una toba de la tarta de nata y fresas.

miércoles, 2 de enero de 2013

Escapada

Los cuervos no paraban de volar en círculos por encima de los árboles. No sabía que tuvieran ese comportamiento; de las grandes rapaces sí lo esperaba, pero no de los cuervos.

Tampoco era un día especialmente... especial. Nublado, temperatura agradable. Brisa intermitente. Media mañana. Los cuervos seguían dando vueltas sobre sus cabezas. Y ni un graznido.

La caja del pickup era hasta cómoda cuando uno ya se había acostumbrado a tumbarse en ella para dormitar y mirar el cielo. ¿Cuánto llevaba ya en ese bosque? No es que tuviera prisa, no tenía pensado hacer nada, pero sí que había perdido la noción del tiempo. Y tampoco tenía hambre.

Bajó de la caja de la camioneta para estirar un poco las piernas y curiosear. Dio un par de pasos y llegó al borde de su pequeño mundo: el pickup, unos metros alrededor y luego un limbo gris e infinito. No recordaba cómo había llegado. No sabía si saldría. O a dónde lo haría. Pero el tiempo no discurría.

martes, 1 de enero de 2013

Agridulce

Ya no sabía si lo que le caía en los ojos era el sudor de sus brazos o la sangre que destilaban las yemas de sus dedos destrozados. O la lluvia que escurría desde un mundo más arriba. De cintura para abajo no sentía absolutamente nada. Del pecho hasta la cintura un dolor atroz. Y un pánico que se le enroscaba en cada pensamiento, que ahogaba toda esperanza. Pero sus brazos seguían escarbando entre los escombros en busca del cielo.

Raif plantaba una bandera sobre las ruinas del bloque de viviendas donde había estado su casa triste pero esperanzado. Unos metros por debajo había quedado sepultado un bulldozer del ejército israelí.