lunes, 21 de enero de 2013

El libro más valioso

Tenía entre sus manos el libro más valioso que jamás había existido. Un libro más preciado que mil veces su vida. Alzó la vista para mirar por el hueco que una vez fue ventana. Un cielo gris rojizo que pregonaba la caída de la noche.

Las calles de la ciudad estaban completamente vacías de movimiento, de vida. Un paisaje gris y negro que ya no olía a muerte, sólo a pérdida. Entró en una antigua gasolinera y extendió junto a la pared el aislante y encima el saco de dormir. Se sentó con la espalda apoyada en la pared, se descalzó, cruzó las piernas y abrió la mochila para sacar una lámpara recargable. Giró la manivela un par de minutos y la encendió. Una luz demasiado blanca, mortecina. No había nada mejor. La dejó en el suelo y sacó el libro de la mochila.

Hacía semanas que no había visto a un ser humano -¿quedaría alguno aún con vida?-. Cerró los ojos y siguió atentamente su respiración para relajarse. Luego abrió el libro por el principio y admiró las páginas inmaculadas. Sacó el bolígrafo de su bolsillo y comenzó a escribir el último libro de la humanidad.

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