miércoles, 30 de enero de 2013

Liberación

El helicóptero sobrevolaba su cabeza y no podía hacer nada. Aún sentía dolor en las piernas pero el frío se lo iba comiendo y pronto le susurraría al oído que durmiera. Que durmiera. Que durmiera...

Abrió los ojos sobresaltado para ver un cielo morado teñido de fuego en el horizonte. No sentía nada. Sólo unas ganas irrefrenables de volver a cerrar los ojos. Y olvidar la lucha. Irse. Cerró los ojos mientras abría su sonrisa.

Las voces eran interrumpidas por los ladridos de alegría que retumbaban a escasos centímetros de su cabeza. Pronto las linternas iluminaron los copos que habían comenzado a caer a su alrededor y las voces se transformaron en palabras.

Lloró. Había estado a punto de morir. Ahora se lo llevarían de vuelta a terminar de cumplir la cadena perpetua.

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