Hace poco más de dos meses que te besé la frente por última vez. Ya tenías los ojos cerrados para siempre pero quiero creer que aún me sentías. No hace mucho que aún daba por hecho que siempre estarías a mi lado, que me verías por fin salir adelante en la vida, que podrías jugar con tus nietos, que podría darte en tu vejez algo de lo mucho que me has dado a lo largo de toda tu vida. Me duele saber que la mayor preocupación que te acompañó las últimas décadas de tu vida fue darme ese algo que me permitiera salir adelante a pesar de mis problemas. Pero no. Te apagaste y te llevaste contigo esa pena.
Quisiera creer que existe un Más Allá desde el que puedes verme y darte cuenta de que algo debió salir bien. De que, de alguna manera, algo ha cambiado y, por primera vez en tantos años que me cuesta acordarme de cómo eran antes las cosas, mi cuerpo y mi mente están recuperándose. Nos caen ostias de todas partes, las cosas están muy jodidas y la situación es angustiosa. Y, sin embargo, sigo luchando por mis sueños desde hace casi dos meses.
Es ilógico creer que estas líneas te llegarán pero son las cosas ilógicas que he hecho en la vida las que más me han llenado. Gracias por luchar por mí todos estos años. Durante mucho tiempo sentí ser una profunda decepción para ti y ahora sé que jamás fue así.
Si hay un "otro lado" espérame, Papá. Si no lo hay, acompáñame el resto de mi existencia, hasta que yo también me apague.