sábado, 2 de febrero de 2013

Una sentencia inesperada

La sentencia era demoledora: "El juez condena al acusado a la pena capital". No sabía qué hacer; el tiempo pasaba a trompicones. Se paraba, saltaba, se escurría... pero desaparecía inexorablemente. Le sudaban las manos a chorros; quería salir corriendo, gritando con los brazos en alto, pero sabía que no serviría para nada, si acaso para estropear aún más las cosas.

Miró al resto de la sala. Todos estaban en silencio, revolviéndose incómodos en sus asientos. No se habían esperado una sentencia así, no estaban preparados para ello.

Pero ya no había vuelta atrás. Había tenido su oportunidad todos estos años y la había desaprovechado. Y cuanto antes lo asumiera antes llegaría la aceptación de la cruda situación en la que estaba. "A la pena capital". Esas malditas palabras que lo habían jodido todo.

Se puso en pie con los últimos restos de amor propio que le quedaban y entregó su examen de Selectividad sin decir qué tipo de complemente del verbo eran.

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