jueves, 7 de febrero de 2013

Algo falta

Se pasaba todas las tardes mirando las montañas por el ventanal del salón mientras escuchaba música con los cascos. Era una casa enorme con una finca cuyas lindes desaparecían tras las colinas, un lugar maravilloso en el que pasar el resto de sus días lejos de cuanto aborrecía. Pero le faltaba algo para sentirse feliz.

No era por la soledad; todos los días venía una persona a traerle comida y otros víveres y aseaba la casa y hablaba con él. Tenía todo el dinero que podía necesitar y aún le sobraban millones. Cualquier capricho podía comprárselo, ya fuera material o de carne.. ¿Respeto, cariño? Tenía el de muchísima gente, conocidos y desconocidos. No era eso.

Estaba sano; no tenía impedimentos físicos para hacer cuanto quisiera. Y cada tarde que repasaba su vida en busca de ese algo que le hacía infeliz no encontraba nada.

Eileen iba cada día a llevarle cosas a su hijo y ver cómo estaba desde que aquella sobredosis le había provocado una amnesia severa.

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