miércoles, 13 de febrero de 2013

En la niebla

No tenía muy claro si se había perdido o no. Bajo sus pies una mancha oscura de asfalto entre la niebla. El resto era blanco y lechoso. Hacía mucho frío en la bruma, un frío húmedo y pegajoso que no se quedaba en la piel y la ropa sino que penetraba hasta la sangre y los huesos. Seguía caminando.

La luz parecía seguir viniendo de todas partes y de ningún sitio pero seguro que habían pasado varias horas y ya pronto llegaría el anochecer. Y con él la necesidad de detenerse hasta que la luz volviera a iluminar la niebla o el viento la disipase. Echó la mochila al suelo, extendió el aislante, el saco encima y se quitó las botas antes de meterse dentro. No mucho tiempo atrás jamás se le habría ocurrido ponerse a dormir en una autopista. Pero ahora todo había cambiado. Demasiado.

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