El viejo miraba al mar con los ojos fijos en el pasado, en un futuro que nunca fue. Leyendas y libros que hablaban de pescadores que se hacían a la mar para dejar mujeres con añoranza y recuerdos indelebles. Y eso los hacía inmortales.
Pero él, un anciano viudo y sin hijos, toda una vida pescando y sobreviviendo. No le quedaba nada en el mundo, ni fuerzas para meter el bote en el agua y zarpar por última vez hacia la nada que era algo.
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