martes, 26 de marzo de 2013

Heridas en el tiempo

Miró entre lágrimas el cadáver reseco del bonsái que le había regalado su abuelo. Veterano de guerra, no recordaba cuándo había llorado por última vez. Ni las atrocidades cometidas por el bando contrario ni las del suyo ni las suyas propias habían conseguido arrancar lágrimas de sus ojos. Frialdad que enmascaraba rabia y odio, pero nunca lágrimas.

Pero ver la casa del bosque tras el incendio había atacado al niño que guardaba en lo más íntimo de su memoria.

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