viernes, 4 de enero de 2013

Carpe diem


Su cuerpo se hundía hasta la mitad a cada paso que daba. Una superficie blanca, fría, infinita se extendía ante sus ojos, en todas direcciones. No había pensado en las consecuencias de haber aterrizado allí, de haberse puesto a caminar después sin rumbo fijo. No las pensaba ahora. Nunca pensaba, era completamente impulsiva. Lo había hecho porque quería hacerlo.

No tenía ni idea de cuántos de sus hijos aún vivían, de dónde lo hacían. Se había desentendido de ellos desde el primer instante, abandonándolos a su suerte en algún callejón, en compañía de perros callejeros, rodeados de basura. Nunca pensaba en ellos.

No lo vio venir. Salió disparada hacia el aire de una ostia enorme. Juan, el pastelero, la había quitado de una toba de la tarta de nata y fresas.

1 comentario :

  1. Jajajaja
    buenísimo!
    No sé, pero me da algunos problemas para publicar en algún otro relato...

    ¡Me encantan!
    Pufi

    ResponderEliminar