sábado, 7 de junio de 2014

Ecos

Las telarañas hacía tiempo que habían quedado vacías.

Los fantasmas de mi infancia vagaban por la casa buscando los ecos de los juegos que nunca fueron jugados. Las paredes descarnadas mostraban las marcas de los muebles; la tarima del suelo había sido comida por carcomas y zapatos de compradores que nunca consumaron.

Era consciente de haber muerto pero nunca estuve vivo. Esas paredes encerraban un dolor que trascendía a la muerte, a la vida. A mi muerte, a mi vida.

Volví a la fosa del patio donde aún descansaban los huesos de las decenas que niños que allí fuimos sepultados.

No hay comentarios :

Publicar un comentario