Ortiga, menta, salvia, verbena, trébol, aliaria, canela, mandrágora, regaliz... Sí, todas eran plantas mágicas, pero a ella le gustaba irse a pastorear con su tío, jugar con los perros y los corderos y comer queso y salchichón que él cortaba con su daga y le ofrecía sobre una rodaja de pan. Su madre decía que por sus venas corría la sangre de un linaje de druidas y que era su deber, su obligación, sacar la magia de las hierbas para dársela a los hombres. Después de un par de bofetadas supo que era así y que no se cuestionaba. Pero, aún así, seguía sin estar convencida. Le gustaba pastorear.
·-oOo-·
Estaba segura de que era menta lo que estaba recogiendo. Le chorreaban los mocos y estornudaba sin parar bajo la lluvia y le dolía la cabeza pero necesitaba las hierbas para preparar los potingues. Y si no llevaba la menta esa noche pronto dormiría en el suelo, sin casa.
Volvió a casa pensando en corderos y perros, en chorizo y queso.
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