miércoles, 19 de diciembre de 2012

Medicación

Uno de los efectos secundarios de la retirada de la medicación era un aumento de la agresividad. La decisión era dura pero el coste mensual de seguir adelante con el tratamiento prácticamente inasumible. Y un tetrapléjico agresivo no era tan peligroso, siempre podía uno ponerse unos cascos mientras estaba con él.

Ahora bien, su nivel de cabreo podía llegar a tanto que daría para una novela de Stephen King. Como le tocaran mucho los cojones podría hacerles estallar la cabeza a todos sólo con pensarlo, no tenía duda. Y hasta soltar adrede más fétidas y abundantes las cagadas. Y cuando le quitaran la medicación, que le quitaran también los telediarios y los diarios de Internet, porque iba a correr la sangre.

Reunió a su familia (su enfermero y su perro) y les comunicó su decisión. Uno se quedó mirando con cara de no entender nada y el otro movió la cola y puso las patas delanteras sobre la cama. Mucho mejor así, tampoco iba a ser tan mala la cosa y el dinero ahorrado le vendría muy bien para recapitalizar su cuenta.

Le dijo a su enfermero que le pusiera otra vez la película de Intocable y que se quedara con él a verla, que le emocionaba muchísimo. Lo cierto es que le encantaba la película pero la pedía por tocarle los cojones al enfermero, con cariño, eso sí. Cuando dejara el tratamiento le pensaba pedir un maratón de festivales de Eurovisión.

No veía la hora de que fueran las seis de la tarde, hora de la medicación.

-¿Qué hora es?

-Las cinco y media.

Hacia un rato que la película había acabado y no se sentía con ganas de hablar ni de putear al enfermero. Le pidió que le incorporara un poco la cama y se quedó mirando por la ventana cómo el cielo se tornaba rojo, dorado por unos minutos y luego morado y, poco antes de volverse negro, llegó la pastilla. Abrió la boca y la tragó. Luego apuró el vaso de agua que le sujetaba impaciente el enfermero y se despidió hasta la hora de la cena. El enfermero apagó la luz, encendió la bola de espejos y cerró la puerta.

En unos minutos empezó la fiesta. El efecto psicoactivo de la medicina sería lo que más iba a echar de menos.

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