martes, 11 de diciembre de 2012

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Hace unos pocos años me sentía decenios más joven, una vida más vivo. Me había propuesto escribir todos los días durante cien días para demostrarme si era o no escritor. Me sentía tan bien que esos cien días se convirtieron en casi dos años.

Mi vida mundana pasó por grandes altibajos. Vamos, que me pegué unas ostias de espanto. Pero mi rinconcito de palabras era real y me permitía ser quien quería ser durante unos momentos cada día y la cordura charlaba conmigo y me pasaba un brazo por los hombros y me señalaba con fingida solemnidad que algún día todo eso sería mío.

Entonces llegó un momento en el que las ostias fueron tales que me convertí en un ostiado crónico y se me ocurrió que lo mejor era dejar de soñar y centrarme en sobrevivir. No asistí más a mis reuniones con la cordura y me convertí en un loco que dominaba el arte de sobrevivir.

Pero ese cacho carne se olvidó de que vivir no era lo mismo que la mera supervivencia biológica. Tenía pesadillas en las que añoraba vivir, sí, pero no quería más ostias.

Y así, gordo, insomne y demacrado se fue arrastrando hasta que, en Diciembre de 2012, un viernes o sábado o domingo se dio cuenta de que el síndrome de abstinencia que le podía no se lo provocaba la falta del alcohol que había dejado de beber.

Con ninguna humildad -a nadie debo cuentas- pero sí mucho miedo he decidido volver a vivir. Cada día daré un paseo entre palabras, cogiendo fuerzas. Reaprendiendo a vivir. La existencia es tan efímera, tan ridícula, que sobrevivir no es más que una cadena de días fracasados.

Y es que recuerdo mejor y con más cariño las grandes ostias que me he dado (y los grandes logros) que los días grises que se cayeron del calendario. Hace años me propuse escribir un microrrelato cada día. Esta vez no es un fin, es sólo una ración diaria de "Si dejas de soñar, mueres" con la que coger impulso para saltar y volar. Como Ícaro.

O como Dumbo.

4 comentarios :

  1. Gracias por compartir su vida con nosotros en este espacio.
    Gracias también por darnos la oportunidad de compartir nuestros sentimientos, emociones, visiones, imaginaciones y demás en este espacio de "comentario" si es que así lo deseamos, aunque eso sea lo menos importante.
    Si le sirve de algo, yo particularmente no espero nada de usted, sino de sus personajes, las vidas y emociones de sus relatos.
    Entraré de vez en cuando en su blog para evadirme de esta realidad y zambullirme en otras.

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    1. Gracias a usted por hacer real la otra mitad de lo que escribo. Sin alguien al otro lado de mis palabras, éstas no cobrarían vida.

      Espero seguir leyendo sus aportaciones en esta ventanita.

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  2. Me parece una noticia muy buena. Todos estamos ansiosos de beber de tus palabras, hasta pillarnos un buen colocón y acabar sonrientes. Porque con tus microrrelatos soñamos, y con los sueños sentimos y vivimos. Mucho ánimo, espero que hagas tu mejor actuación, que la disfrutes a tope, en este escenario llamado vida, el cual compartimos contigo de corazón. ¡Viva Dumbo!

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  3. Muchas gracias, Julio. Resulta reconfortante saber que aquello que me hace feliz en la vida se contagia a los demás. Estoy deseando que empecemos a repartir sueños ya juntos en breve.

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