miércoles, 1 de enero de 2014

La caja de galletas



Traveling Alone by Woods Of Ypres on Grooveshark

Hace muchos años que Oiron se emborracha cada noche como si fuera la última y acaba despierto entre sus vómitos resecos en un callejón. Gorna forja a Yenom y el último de los Tar-Gornak se lo entrega a Oiron junto al río que lo purifica.

La historia se repite y el narrador se mete las manos en los bolsillos y murmura que sí, que las cosas van a cambiar y que se está quitando de no hacer nada.


Hace años también que yo me puse a prueba en otro blog para ver si era escritor o sólo un mierda con ínfulas de semimierda. Resultó que algo dentro de mí respondió con creces a mis mierdos y pude ver que, a pesar de todas las personas que me llenaban la cabeza de buenas intenciones, era en la vida escritor.

Eso sí, un escritor cuyo humano era bastante defectuoso. Un humano que desde pequeño se metió muchas ostias y recibió otras tantas y le sobraban piezas cuando trataba de repararse. Y que trató siempre de hacerlo por sí mismo.

En noviembre de 2013 ese humano tuvo ocho días para cuidar del árbol fuerte bajo cuya sombra creció y a quien quiso parecerse desde que era un retoño recién brotado. Luego tuvo dos para despedirse. Supo que era un arce.


En estos casi dos meses he sacado la caja de galletas en la que guardaba esas piezas y he vuelto a abrir mi cabeza. Duele y es difícil pero es imposible rendirme. He logrado encajar la mayoría. No he vuelto a guardar el resto. He vivido media vida siendo mitad persona, mitad miedo a no ser querido; añoro sentir que soy un hombre que mira algo en el horizonte que los demás no pueden ver.


Esta noche Oiron tiene otros sueños distintos.

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